El este de Libia: La mayor concentración de candidatos a kamikazes
Otro aspecto muy notable de la contribución libia a la guerra contra las fuerzas estadounidenses en Irak es la marcada propensión de los libios del noreste a escoger el atentado suicida con bombas como principal método de combate. Como reporta el estudio de West Point, «entre los 112 combatientes libios fichados, el 54,4% precisó la naturaleza de su misión. De ellos, el 85,2% (51) inscribieron “atentado suicida con bomba” para describir el objetivo de su llegada a Irak» [5]. Lo cual significa que los libios del noreste son mucho más propensos a los atentados suicidas que todos los combatientes provenientes de otros países. «Los combatientes libios eran mucho más frecuentes en la lista de candidatos a kamikazes que los de cualquier otra nacionalidad (85% en el caso de los libios, 56% en el caso de los demás).» [6]
En 2007, la organización antiKadhafi conocida como Grupo Islámico Combatiente en Libia (GICL) fusiona con Al-Qaeda
La base institucional dedicada al reclutamiento de los combatientes de la guerrilla en el noreste de Libia está ligada a una organización que se llamaba anteriormente Grupo Islámico Combatiente en Libia (GICL) [الجماعة الليبية المقاتلة]. En 2007, el GICL se declaró oficialmente a sí mismo como una extensión de Al-Qaeda y modificó su nombre para convertirse «Al-Qaeda en el Maghreb Islámico» (AQMI) [تنظيم القاعدة في بلاد المغرب الإسلامي]. La consecuencia de esa fusión en 2007 fue un crecimiento de la cantidad de combatientes provenientes de Libia que llegaban a Irak. Según Felter y Fishman, «el aparente flujo de reclutas hacia Irak pudiera estar vinculado a una colaboración cada vez más estrecha entre el GICL y Al-Qaeda, que desembocó el 3 de noviembre de 2007 en la fusión oficial entre el GICL y Al-Qaeda» [7]. Otras fuentes confirmaron esa fusión. En 2008, una declaración atribuida a Ayman al-Zawahiri confirmaba que el Grupo Islámico Combatiente en Libia se había unido a Al-Qaeda [8].
El emir terrorista elogia el protagonismo de Benghazi y de Derna en Al-Qaeda
El informe de West Point muestra claramente que los principales bastiones del GICL –que se convirtió posteriormente en AQMI– eran las ciudades de Benghazi y Derna. Lo anterior queda demostrado en una declaración de Abu Layt al-Libi, el sui generis «emir» del GICL, quien se convertirá posteriormente en uno de los líderes de Al-Qaeda. En el momento de la fusión de 2007, Abu Layt al-Libi, el emir del GICL, subrayó la importancia de la contribución de Benghazi y de Derna en el yihadismo islámico al declarar: «Es por la gracia de Alá que levantamos la bandera de la yihad contra ese régimen herético, bajo la dirección del Grupo Islámico Combatiente en Libia, que ha sacrificado la élite de sus hijos y de sus oficiales para combatir a ese régimen, y cuya sangre se ha derramado en las montañas de Derna, en las calles de Benghazi, en los barrios periféricos de Trípoli, en el desierto de Saba y en las arenas de las playas.» [9]
- Ammar Ashur al-Rufayi, conocido como «Abu Lait el Libio (al-Libi)» (1967-2008), participó en su adolescencia en la lucha contra los soviéticos en Afganistán, bajo las órdenes de Osama Ben Laden y de la CIA. En los años 1990, se convirtió en comandante del Grupo Islámico Combatiente en Libia (GICL) y en asistente de Ayman al-Zahwari. Participó en el complot de Al-Qaeda que trató infructuosamente de asesinar al coronel Kadhafi en 1994. David Shayler, agente del contraespionaje británico, reveló posteriormente que aquella operación fue orquestada por orden de los servicios secretos de Su Majestad. Se le atribuye a Abu Lait el Libio la organización del comando suicida que atacó la base aérea estadounidense de Bagram, en Afganistán, el 27 de febrero de 2007, en plena visita del vicepresidente Cheney. Se ofreció una recompensa de 5 millones de dólares por su cabeza. Fue muerto posteriormente por un avión sin piloto de la CIA.
El resultado de la fusión de 2007 fue que los reclutas libios de Al-Qaeda adquirieron una importancia creciente en la actividad del conjunto de la organización, desplazando así su centro de gravedad y alejándola de los sauditas y los egipcios, anteriormente mucho más preponderantes. Como señalan Felter y Fishman, «las facciones libias (principalmente el Grupo Islámico Combatiente en Libia) tomaron una importancia creciente en el seno de Al-Qaeda. Los ficheros de Sinjar muestran que cada vez más libios se fueron a combatir a Irak a partir de mayo de 2007. La mayoría de los reclutas libios provenían de ciudades del noreste de Libia, una zona conocida desde hacía mucho por sus vínculos con el movimiento yihadista» [10].
El estudio de West Point entregado en 2007 concluyó con la formulación de varias opciones políticas para el gobierno de Estados Unidos. Una posible enfoque, sugerida por los autores, sería que Estados Unidos cooperara con los actuales gobiernos árabes para contrarrestar a los terroristas. Como indican Felter y Fishman, «los gobiernos libios y sirios comparten esta misma preocupación americana sobre una ideología yihadista salafista violenta, y sobre actos violentos perpetrados por sus miembros. Esos gobiernos, al igual que otros en el Medio Oriente, temen a la violencia en su propio suelo y preferirían que los elementos radicales se vayan a Irak en vez de causar problemas “en casa”. Los esfuerzos de Estados Unidos y de la coalición por contener el flujo de combatientes hacia Irak serían mucho más eficaces si tomaran en cuenta el conjunto de la cadena logística que permite el desplazamiento de esos individuos –comenzando por su país de origen– en vez de ocuparse simplemente de los puntos de entrada sirios. Estados Unidos debería ser capaz de aumentar la cooperación de los gobiernos para frenar el flujo de combatientes hacia Irak ayudándolos a resolver sus propios problemas locales de violencia yihadista» [11].
Teniendo en cuenta lo sucedido posteriormente, podemos afirmar que no fue esa la opción escogida, ni al final de la era Bush ni durante la primera mitad del mandato de Obama.
Teniendo en cuenta lo sucedido posteriormente, podemos afirmar que no fue esa la opción escogida, ni al final de la era Bush ni durante la primera mitad del mandato de Obama.
El estudio de West Point ofrece también otra opción, más siniestra. Felter y Fishman dan a entender que es posible utilizar las antiguas facciones del GICL de Al-Qaeda contra el gobierno del coronel Kadhafi, esencialmente mediante la creación de una alianza de facto entre Estados Unidos con un segmento de la organización terrorista. El informe de West Point señala que: «La fusión entre el Grupo Islámico Combatiente en Libia (GICL) y Al-Qaeda, y su aparente decisión de proporcionar prioritariamente un apoyo logístico al Estado islámico de Irak es probablemente motivo de controversia en el seno de la organización. No sería sorprendente que ciertas facciones del GICL sigan priorizando la lucha contra el régimen libio por encima del combate en Irak. Es sin dudas posible exacerbar las divisiones en el seno mismo del GICL, y entre los líderes del GICL y los de Al-Qaeda provenientes de la base tradicional saudita y egipcia.» [12] Lo anterior corresponde a la política estadounidense que estamos viendo hoy en día, que consiste en una alianza con los fanáticos oscurantistas y reaccionarios de Al-Qaeda en Libia contra el coronel Kadhafi, que es un reformador nasserista.
(DEVIDO À EXTENSÃO DO TEXTO, O ARTIGO CONTINUARÁ A SER PUBLICADO NOS PRÓXIMOS DIAS)
Sem comentários:
Enviar um comentário